En días como estos te echo de menos. Recuerdo tantos años de amistad, tantos de amor. De no haber sido por tí, te aseguro q mi vida no sería la misma.... y es q empezamos tan tiernitos...
Teníamos 15 ó 16 cuando nos conocimos en la prepa. Algo en tí me gustaba y por alguna razón siempre nos mirábamos. Tú eras tan amable y me parecías tan inteligente... pero al principio nuestros caminos se toparon sin mezclarse. Yo estaba en mis rollos, no aparecía con mucha frecuencia en el salón y eran tiempos de extrema hurañez, así q preferí dejar tu dulzura para otra ocasión.
Para el siguiente año me decidí a no salir corriendo en cuanto la clase terminara y convivir con mis compañeros, de menos para q me avisaran cuándo había q entregar trabajos y tareas.
Ahí comencé a tratarte. No eras algo promedio. No eras tan amable. Tu rareza me fascinó. Siempre tan distante del easy-listening, easy-reading y toda clase de cosas easy. Lo tuyo era algo q contrastaba con esa aparencia tan soft. Tu carácter decidido e independiente me encantaba, no temías nadar contra corriente del pensamiento. No te daba hueva leer los Diálogos, ni te daban hueva las lecturas q nos dejaban de tarea en literatura. Yo podía discenir de tus opiniones, pero no podía dejar de considerarlas sesudas.
Me recordabas un poco a los personajes de Poe. Melancólicos, blanco-pálidos y apuestos. Tus ojos cafés eran bellísimos. Espero habértelo dicho alguna vez.
Pasábamos muchas temporadas juntos, como las vacaciones de semana santa, verano y todos los días q tus papás se iban de vacaciones... y habrá sido por la edad o no sé q, pero esos días nos dedicábamos a hacer y deshacer el mundo con nuestras 'teorías', a recordar detalles y argumentos de películas y a relacionarlas con otras tantas, a volar con canciones maravillosas, a pensar en imágenes dizque extrañas (como la del principio, muy tu estilo).
También te recuerdo casi siempre de negro. Nada q ver con los darketos, ni siquiera te maquillabas, sólo amabas la noche, yo también. Eras una de las pocas personas q no quería formar parte de un grupo, esa era otra cosa a tu favor.
Precisamente en las noches prendíamos velas e incienso, y nuestras mentes entraban en una peculiar comunión donde compartían todo y filosofaban, humildemente, hasta el exceso. Casi todo lo cuestionábamos y tú tenías una capacidad de análisis sorprendente.
Me dejaste a Elias, a Lipovetski, a Bradbury (por mencionar algunos), a los smashing pumpkins, el gusto por el aroma de las vainas de vainilla, el sabor de los conejitos de chocolate... y la gloriosa sensación de correr bajo la lluvia.
Devorábamos libros, compartíamos citas... nos encontrábamos en las bibliotecas, donde indistintamente leíamos poesía y prosa e intercambiábamos de cartas, allá en los años en q no veíamos venir la hegemonía del e-mail.
Para sorpresa mutua, ninguno terminó por estudiar filosofía, pero no importaba, nuestros caminos parecían ir juntos todavía.
Luego vino la universidad, y con ella muchas caras y cosas nuevas pero ahí seguíamos tú y yo, compatiendo aquello q, por formación profesional, sería desconocido para el otro, pero q por virtud de esa conexión daba a nuestra fotografía del mundo una amplitud y riqueza peculiares. Y tú siempre tan radical, terminaste por estar en contra hasta del aprendizaje vertical, burocrático.
Un día nos desvanecimos. Quién diría q después de tanto prometer q doblaríamos las manos mutuamente, terminaríamos sacando las garras, para después no volvernos a ver. Tal vez estuvo mejor así, no sé. No estoy segura de dónde vives, pero ando tan errante q no podrías saber de mí.
Ahhhh .... especialmente en días como estos, de gran ocio creativo en q el bullicio de la ciudad parece apagarse por un momento, recuerdo q nada era como tu casa para pasar un buen rato, para diseñar cortinas de papel de china, para ver una película y comer algo rico, para pasar una tarde en calma. Después de eso, regresar a la vida cotidiana era cosa de niños.
Todavía sigue siendo de mis cosas favoritas, pasar los días así.
No es q te quiera de vuelta, no, pero hoy me descubrí peinando un recuerdo sorprendentemente agradable tuyo...
No es q te quiera de vuelta, no, pero hoy me descubrí peinando un recuerdo sorprendentemente agradable tuyo...
1 comentario:
hi hi hi... acá nomás, para recomendarle un libro, que igual y ya leyó, de Alessandro Baricco, Seda.
Es la mejor novela que he leído en meses (y para que yo me emocione, uy)... y lo más interesante es que hay una película (no sé si ya estrenó), que en México saldrá (o salió) con el patético título "Una historia de amor"...
El libro me impactó... dudo que la película lo haga... pero lo más mejor sería que lo leyeras y luego nos escribamos...
Cuídate, felíz regreso al trabajo, a la rutina, a contemplar nuestros destinos como quien contempla un día de lluvia.
Abrazo.
P.
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