lunes, agosto 30

La Barranca. Piedad ciudad.

Llegamos al Metropolitan a eso de las 7.15 y Gruñis ya estaba ansioso porque le gusta llegar una hora antes para curiosear y yo siempre me tardo un poquitín. Recorrimos los puestos ambulantes esperando encontrar alguna playera chida, tan chida como el Booklet de su disco más reciente (enchulado con el trabajo de Pedro Friedeberg).

¿Le echarían tantas ganas los piratas? Por supuesto que ñe, aunque en su simplicidad algunas les quedaron decentes. Tenía la esperanza de que las playeras oficiales estuvieran chingonas, como ya lo ha hecho antes La Barranca.

Se cumplió mi deseo. Adentro vendían estas playeras:



El puesto estaba aperradísimo, of course. 
Una vez que las compramos por la módica cantidad de 100 varitos, ocupamos nuestros lugares. 

Escuchar a esta banda siempre es un deleite: la voz de Aguilera, la música para volar en serio. Esta vez se lucieron porque andaban festejando sus 15 años, así que los acompañaron Cecilia Toussaint en la voz, un trío de cuerdas y Steven Brown con clarinete y sax, Alfonso André e Iván Solís alternaron en la batería. Sí, GUAU. La escenografía estaba inspirada en la pintura de Friedeberg que aparece en la playera. Como bonito detalle, todos llevaban algo anaranjado para combinar con el escenario. 



El concierto duró poco más de 2.30 horas y tocaron como 35 canciones que pude corear con enjundia: Estallido interno, El fluir, Zafiro, El alacrán, Atroz, San Miguel, Akumal, La barranca, Día negro, entre muuuchas otras.  Por cierto, hicieron una versión increíble de Animal en extinción.


Enfrente de nosotros había una parejita de *adultos contemporáneos* que no dejaban de tocarse, besuquearse y bailarse (ah, cómo se nota cuando un par lleva poco tiempo y se manosean cuales adolescentes febriles, qué bonitos son los amoríos que empiezan), pero cuando paraban a respirar no dejaban de cantar, así que los perdoné. 

Luego seguí sumergida en el mar de canciones de La barranca y mientras escuchaba cantar a José Manuel Aguilera, me di cuenta que sufro el mal de La rosa púrpura del Cairo. Así es, a pesar de que le canta a una multitud, con mi terrible miopía operada lo he visto cantarme a mí solita. Vaya enfermedad. Lo mismo me ocurrió hace unos meses, cuando tocaron en El Péndulo. 



Y me justifico: ¿cómo no imaginar tales cosas con un sujeto así enfrente?, ¿serán alucinaciones producto de tan sensualosa voz o de tan creativa mente? Vayan ustedes a saber, pero gr, grr, grrr. 

Extrañé que tocaran El gran pez y Perla, pero ya está en mi top de conciertos del año. APLAUSOS. 

miércoles, agosto 25

Y ahí va uno de pendejo...

Antes de atravesar la línea de sombra, esa en la que según se pierde la ingenuidad, ahí va uno de pendejo, creyéndose que los amigos que ha escogido se van a quedar un buen tiempo a su lado.

Y sigue uno de pendejo, creyendo casi imposible que su amigo mute a una cosa casi detestable. No exagero, hay quien se convierte de una pacheca relajada en una cover girl que lanza sin pena la palabra 'naco' tantas veces como puede. (Excommie dice: Gooeeii, ese naco que se pasó el alto. Goooeeei, es que me gusta comprar todo en Palacio, hasta el jamón).

Ingenuo, uno se cree exento de la traición porque (se insiste para sus adentros) ha elegido bien a su banda.
Y ahí sigue uno con sus pendejadas. Suerte que no todos son iguales, pero mientras bonita la chinga que acomodan.

Luego viene un zarpazo y luego otro. Que si uno los vio o les contestó feo, que si esto, que si aquello.
Se van amigos, otros vienen, dice Calamaro en una de sus canciones. Lo malo es que los amigos no se suelen ir como los malos amores: con una sonora mentada de madre o con las razones más que puestas para no querer verlos más. Los amigos a veces se van en forma abrupta y cuando uno cae en cuenta del vacío... carajo que cosa más triste.

Hasta hoy, siempre había pensado que mi padre era sólo un sujeto extra amargo por aquella vez que me dijo: no se puede confiar mucho en los amigos, luego no te lo esperas y te traicionan, te decepcionan. Y quien se queda contigo a veces es alguien que no esperabas. Pero claro, ahora que estoy de ese lado me jode un poco saber que, al menos en eso, tenía razón.

Y ya, al rato voy por un cigarro. 


martes, agosto 10

El origen. A Nolan lo que quiera.

De pronto despiertas con una idea nueva que se aferrará a ti (y no tú a ella, como podría creerse) como el más resistente de los virus. Luego ese virus se disfrazará de objetivo, así no lo resentirás tanto. Para cuando despiertes, ignorarás por completo que esa idea fue implantada por un grupo de extraños que invadieron tus sueños para lograr un objetivo. Ignorarás su comienzo. 

Esa casi imposible labor es el trabajo de los originistas, comienzonitas o ya de plano, incepcionistas (total, ninguna de las 3 palabras existe).

En pantalla veremos a DiCaprio, con la angustia dibujada en su baby face, asegurando que la implantación sí es posible. Y tras el sueño dentro del sueño dentro del sueño (contaron bien, fueron 3 niveles) vendrá el final que, para comodidad del espectador, es completamente abierto. Pero a estas alturas, eso a lo saben. Así que ahora mejor les contaré por qué decidí quedarme con el final gacho: 

La primera vez que leí La ruinas circulares de Borges, compartí con el protagonista su propósito por soñar un hombre con integridad minuciosa e imponerlo a la realidad, luego caminé junto a él contra los girones de fuego y finalmente compartí el alivio, la humillación y el terror de haber comprendido el sueño. 

En El origen, Christopher Nolan, hace patente la influencia borgiana: laberintos e imposibles que rayan los límites de la mente. Eso me basta para aplaudirle. 

Efectos secundarios de El origen: 
Fantasear que cuando amaneciste teniendo una gran idea en realidad fue producto de una implantación, para luego caer en cuenta de que eso es darte demasiada importancia, pues tus progenitores no tienen un emporio y no has blindado tu imaginación. 

Excelente. 
Ya sé que todos la vieron, así que no tiene caso la recomendación de que NO se la pierdan, así que entonces les recomiendo que lean el cuento.

Lo bueno: La historia, todas las actuaciones. 
Lo malo: Eso de que ciertas cinépolis y cinemex no la estrenaron en la fecha prometida. 
Lo feo: Nada.


lunes, agosto 2

Con "T" de terror


Por cierto, antes de mi post sobre El origen (que tantas vueltas me ha dado en la cabeza), les cuento que Miguel y su servilleta recién abrimos El enebro, un blog de terror que debe su título a un perturbador cuento de Peter Straub (un maestrazo capaz de sacudirles hasta el dedo chiquito).

Minificciones, reseñas de exposiciones, películas y cuentos, todo en el blog de las tinieblas. Échenle un vistazo y si están interesados en participar, nomás avísenme.