miércoles, agosto 25
Y ahí va uno de pendejo...
viernes, julio 31
¿Qué es un viaje?
Un viaje es la invocación de la distancia para el encuentro, dice Federico Reyes-Heroles.
Desde que la conozco, esa definición siempre me ha gustado, tal vez por las veces en que he osado invocar esa distancia para el encuentro o para el olvido.
Suelo hacer viajes SEMI – aventureros, porque hace años que no acampo y por lo general me gusta bañarme con agua tibia. El caso es que para tales viajecitos [que no viaaaaajes], sé en dónde podría hospedarme y a qué pueblo llegar. No más. He ahí el cosito de la aventura, salir de A con dirección a B, sin predefinir qué tanto puede ocurrir entre ambos puntos.
Y es lo bueno: soltar las amarras, dejarse llevar. Soy una convencida de que la excesiva planeación y las cuadraturas, son tan aburridas (diría Cortázar) como escribir toda la vida en un cuaderno rayado.
He dicho alguna vez que detesto las rutinas y tal vez por eso me gusten tanto los viajes con todo y sus eventuales imprevistos, porque te ponen en ese aprieto tan común, tan sorteable y a la vez tan angustioso: aún haciendo las cosas ‘bien’, aún planeándolo todo anticipadamente, pueden salir varias cagadas.
He ahí la vida: una suma de planes de escritorio que en su mayoría son borroneados regresando de la práctica de campo.
A veces se desea que las cosas sean como las pensamos y ahí está el error. La realidad es y tú la acomodas, participas en ella. Así se sigue el camino con naturalidad, sin pensar si se borra o te pierdes.
De eso modo, viajar se vuelve una prueba de flexibilidad, con chancecitos para corregir o renovar y dejar atrás condicionamientos para volver a reaccionar.

lunes, junio 22
Porque pixar sí piensa en mí

Porque Disney Pixar sí piensa en mí, incluye muertos y tragedias en sus películas.
En UP, su última entrega, hacen gala de una historia que disfruté tanto como la maravillosa animación en 3-D.
Charles Muntz, un explorador setentero, solía salir en busca de exóticas especies en exóticos lugares como sólo la *salvaje* América del Sur puede tener. Su pasión y su aventura son el sueño de Carl, un niño ñoñito y reservado que un día conoce a Ellie, una niña hiperactiva y parlanchina con quien comparte los mismos sueños de aventura (me recordó aquella escena en que Amelié y Nino, se medio salen por las ventanas de sus recámaras con un espejo en la mano para que jugar con los reflejos de la luna).
Que Carl y Ellie se casan y viven tan Happy together, que la vida por momentos parece resplandeciente a pesar de las desventuras que forzosamente ocurren, ya que el secreto está precisamente en ese happy together (la secuencia inicial es una chulada).
Que, después de perder un bebé nonato, viven deseando viajar a las Cataratas No-sé-qué-chingaos y para ello hacen una especie de fondo de ahorros que continuamente se vacía para solventar las necesarias urgencias que se pintan solas lo más recurrentemente posible tanto más se desea la otra cosa.
Aquí viene el giro interesante: que lo inamovible de un deseo irrealizado lo convierte en frustración, en cambio si se es flexible, las circunstancias solitas acomodan crean nuevas expectativas. Para Carl la cosa siempre había estado en las cataratas, después de todo eso era lo que estaba anotado, ¿no?; para Ellie lo fue el día a día de la vida al lado de Carl. Ahí estuvo la aventura.
Ahora todos hagan ahhh. No se la pueden perder. Por cierto, el corto que pasan al inicio es bastante bueno.
También ví de nuevo Mi gran boda griega, de Joel Zwick (Estados Unidos - Canadá, 2002) y me reí horrores recordando:
- What do you mean he don't eat no meat?
[the entire room stops, in shock]
Oh, that's okay. I make lamb.
- What is wrong with Toula going to school downtown?
There is drugs downtown!
- My dad believed in two things: That Greeks should educate non Greeks about being Greek and every ailment from psoriasis to poison ivy can be cured with Windex.
- Give a word, any word and I’ll show that the root of that word is greek.