viernes, febrero 27

Oficio sin tinieblas

Ser un amante hecho y derecho implica una fina labor. No se trata, ni por asomo, de ser simplemente fuck buddies, porque esas son gringaderas, según mi querida profa; no se trata tampoco de resignarse tristemente a ser la otra. Se trata de asumir el papel de la amante que no reclama porque no has llamado, que no se empeña en revisar tus efectos personales, que no trata de destaparse y menos aún se imagina que algún día, por muy lejano que parezca, ocupará el trono.


Los amantes tienen una relación de complicidad cuyo sabor se encuentra justamente en la clandestinidad de sus encuentros, sin que la naturaleza de los mismos les impida compartir también una buena charla. Sin ser presa de los celos, juegan desinhibidos y por pura voluntad. Entonces el deber se vuelve un placer.


Claro que tan grata sensación tiene un lugar y un momento, por eso ante todo, el amante debe conocer sus propios límites, respetando los acuerdos tácitos que eventualmente surjan.


Creo que, contrario a los lugares comunes, la existencia del amante no obedece a una baja autoestima o a una relación infeliz, sino a satisfacer las vastas necesidades humanas que ni en un arranque de vanidad pretendería cubrir.

Cariño, sexo y complicidad, implican jugar con fuego demasiado cerca de la cara, por eso mis amantes tienen un toque que los hace aún más disfrutables: su temporalidad. Un periodo no muy largo, una cierta cantidad de encuentros, importan el sabor de la fugacidad (y que es, sino ese el que deja sabor a mí). Y así me ha funcionado. Pasado ese tiempo, se acaba la función, pero me queda el recuerdo de aquella isla soleada (donde sólo existía el tú y yo) a la cual no intento regresar, porque ya no vuelve a ser verano.


Dice la defeña que ser amante es como ser el tío del chamaco y a la novia / esposa, le toca ser el papá. Al tío le toca comprarle juguetes, sacarlo a pasear, celebrarle sus gracias; al papá le toca todo eso más las llegadas tarde, los cambios de humor, los regaños. 


Yo, que catedral y capilla he sido, asumo, disfruto y dejo fluir el papel en el que me encuentre... dejo crecer a los chamacos. 


Con esto me salvo: Y si un día, mientras hacemos el amor me siento muy cerca de ti, si de repente me da por sentime tuya, voy a recordar que soy sólo mía.


Porque como bien dijo rufián, el amante ejerce el oficio del amor imposible.

 

martes, febrero 24

Slumdog Millionaire


Si un montón de respetables profesionistas (que a huevo tuvieron que pasar por la universidad) no habían logrado contestar correctamente todas las preguntas planteadas por el atractivísimo anfitrión (cuya foto no puede resistir poner de ilustración) del show '¿Quién quiere ser millonaro?', un pobre perro de barrio que se dedicaba a servir el té, tenía menos probabilidades para ello. Contrariamente a lo esperado ese slumdog acierta en todas. Presa del sospechosismo el anfitrión intuye un fraude que a punto de tehuacanazos seguramente sería confesado.


Alrededor de la justificación que da Jamal a los H.H. oficiales, para saber las respuestas, se desarrolla la historia de Slumdog Millionaire.


Conforme responde cada pregunta, se nos va relatando la infancia de Jamal, sus pérdidas, el lazo que lo une con su hermano, el primer (y al parecer único) amor, la juventud y el esperado retorno.


Pero ojo, la peli no se trata de un chamaco flaco que quiere tener capital suficiente para invertir en el New York Times, sino de un tipo que, con tal que lo vea de nuevo la dueña de sus sueños y pesadillas, aparece en cadena nacional.


Qué romántico.


Me pareció una historia redonda, muy bien hecha y que vale la pena ver, porque logra atrapar al espectador. Lo confieso, una vez fuera de la sala estaba en las redes de la impresión melosa y bonita que me dejó la película. Claro, iba de muy buen humor.


Fuera de la impresión post-cine, me quedo con la idea de que a pesar de algunas secuencias crudas, se enfatiza la búsqueda infatigable del amor como fin predestinado, sin importar el maquiavélico camino que precisó ser atravesado para la heróica llegada.


Ya lo dijeron los Beatles: all you need is love, Sí, para aguantar una madriza, una traición bíblica, el hambre, el frío y demás desventuras, porque todo eso es soportable con el ser amado… ahhh… qué tal una segunda parte de la peli, estilo Woody Allen, que empiece justo en la secuencia en que Latika le pregunta a Jamal:

- ¿De qué vamos a vivir? – y él responde: - De amor – 

Declaración que arrancó grandes risas del respetable.


Fuera de esa visión a futuro, la peli resulta muy recomendable.


Tal vez hasta se acuerden un pelín de Ciudad de dios


miércoles, febrero 18

Otro de abogados


Desde las películas, pasando por las series, hasta cualquier simple ilustración, se pinta a los abogados como personajes harto serios y de sobria vestimenta (como el traje del personaje de mi torpe dibujo) y que, o bien engañan con seductoras palabras o se dedican a robar y encubrir criminales o ambas, aparte de conocer de cabo a rabo todas la leyes existentes. 

Nada más lejos.

Eso vino a mi mente cuando un conocido, físico por cierto, me preguntó: 

- A ver, si eres abogada dime que dice el artículo 15 del Código Penal- (no sé por qué dijo 15, me imagino que pensó que un código no podría tener menos de 15 artículos...)
- ¿Y eso qué tiene que ver con ser abogado?
- Pues los abogados se dedican a las leyes, ¿No? Y pues se supone que se las deben saber de memoria, si no para qué son abogados. 
- Ajá y ¿sabes cuántas leyes existen? ¿No, verdad? ¿Y sabes que no soy penalista? No verdad? ¿Y que el derecho tiene varias ramas? ¿Tampoco? Ser abogado es prácticamente aprender a leer y escribir y no todos lo saben hacer bien.

Eso y un par de frases más las he escuchado hasta el cansancio:

- ¿Eres abogada, entonces te llamo cuando me metan al bote?
- ¿Abogada? ¿y qué robas?

Ya, hueva, aprendan nuevos chistes. 

En las series, parece que toooodos los asuntos son bieeeen interesantes, que sólo llevamos asuntos interesantes, que los clientes son todos agradecidos a morir y que no paramos de leer con el ceño fruncido, sumidos en gravísima concentración. 

Pero no todos los asuntos son interesantes, no todos los clientes son amables y a veces cansa leer documentos enormes repletos de inútil paja.

No todos fruncimos el ceño, ni tomamos las cosas con extremadísima seriedad a fin de exhibir nuestro señorío, personalmente no tendría objeción en vestir más comódamente aunque eso fuera menos elegante que en esa peli de Chabrol, La comedia del poder, en que la juez viste puro traje de diseñador. No recuerdo quién dijo que las normas del vestir eventualmente se relajarían, como sucedió con los artistas, que solían andar siempre trajeados. 

Quedo en espera de esos nuevos chistes.

martes, febrero 17

Propanolol

Ha llegado el propanolol, la pastilla contra los malos recuerdos, también conocida 'cuando el eterno resplandor de una mente sin recuerdos nos alcance' ¬¬

Algo había escrito, que a fuerza de borrar el camino sin mirarlo, se vuelve al mismo. Y no podría referir la ciclicidad del descubrimiento de tales efectos mejor que Borges, cuando en sus Otras Inquisiciones dice que el pasado es indestructible; tarde o temprano vuelven todas las cosas y una de las cosas que vuelve es el proyecto de abolir el pasado, porque ni la venganza, ni las cárceles, ni el perdón, ni el olvido pueden modificarlo.

Por mi parte me quedo con los recuerdos que, entre otras cosas, sacuden el polvo de la memoria.

Ah! casi dejo pasar en blanco el 14 de febrero, sirva para ilustrarlo,esta amorosa cita de Cien años de soledad:

- Fíjate qué simple es -, le dijo Amaranta
- Dice que se está muriendo por mí, como si yo fuera un cólico miserere -

  

viernes, febrero 13

Top ten de mentiras

Hace poco platicaba con unos amigos acerca de un artículo periodístico titulado algo así como las mentiras más comunes de las mujeres. Ellos me decían lo atinado del artículo, yo disentí y les dije que mi lista de mentiras incluye:

 

1.    Claro que me da gusto que llegues de sorpresa! (justo cuando estaba en    bata pensando pasar un rato sola).

2.    Tienes razón, los videojuegos son un arte.

3.    Claro que algún día jugaré (videojuegos), igual y hasta me termina  gustando ¬¬

4.    Me molesta mucho que veas a otras mujeres (pq si no se los digo creen que me valen madre).

5.    ¿Podrías ayudarme a conectar/reparar esto? (para que no sientan invadido  su rol, en caso de que sean ‘machos’)

6.    Sí, de ves en cuando es buena idea ¬¬ ver una película estúpida  (ojo, no estúpida por graciosa, sino estúpida por estúpida tipo el  fin de los tiempos o la última de Indy)

7.    Tienes un ego muy sano, sin duda.

8.    Sí, me gustaría acompañarte a comprar ropa.

9.    Claro que ayer que olvidé mi teléfono y me llamaste con tanta ‘insistencia’  supe lo mucho que te importaba (y no lo paranoico que eres).

10. Sí claro, algún día bailaremos.

 

jueves, febrero 12

Coraline


Coraline es definitivamente una historia que me gustaría contarle a mis aún lejanos hijos o sobrinos o chamaquitos latosos… cuando los condenados en un típico arranque de enojo infantil gritaran ‘me gustaría tener otra mamá’ o cositas similares, entonces con maléfica calma esa noche les relataría el cuento de una niña a quien su madre ignoraba un tanto y su padre un poco más. Una niña que quería que sus padres gustaran de la jardinería y de la humeante y deliciosa preparación casera de alimentos, pero como bien sabemos,el mundo es y uno se acomoda. 


Sólo que ella no quiso acomodarse y después de que un raro y chingaquedito amigo (acompañado siempre de un gato mamoncillo), le regala una muñeca extrañamente parecida a ella pero con botones por ojos, se dará cuenta que es preciso tener cuidado con lo que deseas, aunque yo diría cuidado con lo que aparenta ser lo que deseas.

En medio de su gris realidad (que ni a sombría llega) Coraline encuentra un pasadizo que le permite ver hechos realidad sus sueños, cálidos y coloridos, tan buenos, tan reconfortantes que hasta parece que bajo sus pies todo es belleza. Pequeños detalles extraños, pero sólo eso, detalles. La otra madre que encuentra es una cariñosa cocinera, el otro padre es animoso y simpático, el chingaquedito amigo ni habla… pero el gato sigue siendo el mismo mamoncillo.


De tanto entrar al otro mundo, donde todo es complaciente a más no poder, Coraline poco a poco se da cuenta que todos los deseos cumplidos son más bien una maldición que una fortuna.


Aparte de sus méritos visuales, la película se refiere al amor que se atraganta del amado, que construye su mundo alrededor de él y sólo hasta donde el otro conoce, para finalmente declarar la pertenencia de uno sobre otro, porque sin él simplemente no hay vida.


Mejor volver a la tirana e implacable realidad, a la que afortunadamente la mitad de tus deseos le hacen los mandados.


Concluiré el cuento diciendo a mi vástago con una sonrisa: ¿Todavía quieres tener otra mamá?...

Por cierto, la peli tiene uno de los pósters que más me han gustado.


También vi Sólo un sueño (demonios, un traducción idiota más). No diré mucho al respecto, salvo que la película es buena y tiene un sentido bastante crítico hacia la sociedad norteamericana, cortesía de Sam Mendes, peeeero... se hubiera quedado como obra de teatro porque a pesar de que su mayor virtud consiste en la agudeza del diálogo, terminando convirtiéndose, precisamente, en puro diálogo, dejando de lado que el cine, como diría David Mamet, es ante todo un arte visual.


lunes, febrero 2

Wakefield

Wakefield era un hombre aparentemente normal, casi convencional, salvo porque un buen día decide irse de su casa, como si se fuera de cacería, sin más explicaciones. Decide rentar un cuarto y no volver, sólo observar qué ocurre durante su retiro.

Esa ausencia total, se asemeja a su muerte y él parece divertirse contemplando el desfile ante sus ojos por el hecho mínimo que ha cambiado voluntariamente.
¿Vanidad?, ¿Curiosidad?, ¿Aburrimiento? No sabemos en realidad qué secreta motivación ha encontrado Wakefield para hacer su crudo experimento, pero podemos imaginar de todo.

Recuerdo haber repasado este cuento, hace varios ayeres, durante un taller de literatura de horror y fantasía... y un buen rato me quedé pensando en el protagonista, encerrado, mirando vanidosamente los efectos sobre el tablero ante la falta de un simple peón.

"Entre la aparente confusión de nuestro misterioso mundo, los individuos se hallan definitivamente insertos en un sistema y cada sistema se encuentra tan estrechamente vinculado a otros que el hecho de salir por un momento expone al hombre al riesgo espantoso de perder para siempre su lugar propio en el mundo."

Por una vez (miento, más de una) he deseado ser Wakefield, salir de mis círculos, retirarme aunque sea sólo un día... propósito difícil de lograr, más ahora que el concepto de urgencia ha cambiado y que la posibilidad de localización es inmediata y por cualquier medio. Cómo me gustaría, a pesar de esa urgencia salir por un momento y perder mi lugar en el mundo, para observar el choque entre el drama de mi desaparición y la estricta indiferencia del mundo (corroborando entonces a Santayana), cuyo funcionamiento no se detiene por mí ni por nadie.

Quisiera simplemente irme, como el Wakefield de Hawthorne y no volver, ni 20 años después.