lunes, enero 26

Un brindis por la muerte


En A la orilla del cielo, Un anciano turco radicado en Alemania encuentra en la zona roja a una mujer (Yeter), turca también, de quien se vuelve cliente frecuente.

El anciano (Ali) tiene un hijo (Nejat), que da clases de alemán en una Universidad. Aunque lo crió solo desde pequeño, la comunicación entre ellos no es, digamos óptima (suena sencillo, a poco no, abre la boca, pero con el paso de los años nos damos cuenta de que se nos han podrido las palabras).


En esa deficiente comunicación, un buen día Nejat se entera de que Yeter comenzará a vivir con ellos. Habiendo comprado la compañía de Yeter, Ali siente la natural (pero no por ello menos enfermiza) angustia de quien paga por ver la soledad compartida y pretende marcar un territorio que no es suyo, olvidando que Yeter era rentada.


Ira mezclada con celos, hacen a la muerte presente, no como un hecho premeditado y espectacular, sino simplemente como un acontecimiento que ocurre de un momento a otro, tal como cuando cae una taza y se hace pedazos.


Aunque había existido poco contacto entre Yeter y Nejat, una ligera conexión se hizo presente. Él sabía que ella tenía una hija y al momento de su muerte parte a Turquía a buscarla.
Entonces la trama comienza a tejerse como agujeta.

Libre de ataduras personales, Nejat piensa establecerse en Turquía por un tiempo y el destinno, juguetón pero implacable, pone en sus manos una librería alemana.

Debido a problemas políticos, Ayten, hija de Yeter se va a Alemania en su búsqueda. Ahí conoce a Lotte, quien de tanto enamorarse de Ayten no hace más que tratar de ayudarle.
Cuando Ayten debe regresar a Turquía, Lotte va en su búsqueda con la desaprobación de su madre (amores arrebatados, ahhh como los recuerdo) y termina hospedándose en el alojamiento que Nejat anuncia en su librería.

La muerte ocurre, una vez más, como un producto azaroso y dolorosamente absurdo por carecer de móvil. Este hecho trae a la madre de Lotte a Turquía, tras casi 25 años de su última visita.


Pisando viejos pasos, tocando los últimos espacios de Lotte y tras el llanto amarguísimo que sigue a aquello cuyo fin no es anunciado, termina lo que ella había ido a hacer.


Ellos brindan por la muerte y entonces, Nejat se detiene en la orilla del cielo, en busca de su aún presente para hacer, supongo, una reconciliación con el pasado.
Muy recomendable.

También vi El Curioso caso de Benjamin Button, cuyo argumento todos conocen por obra y gracia de la ola mediática, así que me limitaré a decir que es buena a secas. Fincher es de mis consentidos así que no podía perdérmela pero les recomiendo mejor leer el relato de Fitzgerald. O léanlo y luego vean la peli para saber qué tanto la arruina. Eso sí, no vayan a última función porque con todo y cortos dura 3 horas... y no van a evitar pestañear.


The Spirit, mejor déjenla pasar. Gran chasco, falta mucha acción y ni Samuel L. Jackson la salva.




martes, enero 13

Sobre el tiempo

El amante que piensa "Mientras yo estaba feliz, pensando en la felicidad de mi amor, ella me engañaba", se engaña: si cada estado que vivimos es absoluto, esa felicidad no fue contemporánea de esa traición; el descubrimiento de esa traición es un Estado inapto para modificar los anteriores, aunque no a su recuerdo. La desventura de hoy no es más real que la dicha pretérita.

-Borges, en Otras inquisiciones-

lunes, enero 12

Santísima Trinidad

Poco después de que comencé a escribir en este blog, Carmen Aristegui salió del aire. Hoy regresó de 6 a 10 a.m. en el 102.5 fm, cosa que me tiene bastante alegre. Eso me ha puesto de suficiente buen humor para volver al blog, así que ahí voy...

Bien cierto resulta que es prácticamente imposible que una sola persona cubra todas nuestras necesidades, puede acercarse bastante pero en realidad (y hablo sólo por propia experiencia) difícil es que una sola persona nos cubra todos los frentes.

Del mismo modo que hay amigos con los que se disfruta más una cierta situación (tal como charlar sobre cosas cotidianas, beber o filosofar), así parecen existir hombres que son más disfrutables en algunos aspectos cuya potencialidad los hace disfrutables por un lado y por otro... no.

Me explico: La otra vez una amiga me preguntaba ¿Qué quieres de un hombre?

Que me haga perder la cabeza, por supuesto, jaja... Pero sobre todo que me ilumine con su santísima trinidad.

¿Religiosidades???? No, Para mí, la pareja es un buen amigo, un buen amante y un coco suficiente para rebotar ideas.

De acuerdo estoy en que prácticamente ninguno puede cumplir por completo con los 3 aspectos, pero puede acercarse. Ya sean amigos siempre dispuestos, deliciosos amantes o sujetos geniales, sus potencialidades se desarrollan en mayor medida en alguno de esos aspectos, sin que a la fecha conozca (ni busque) a alguno que abarque las 3.

El mejor amante, era un mal amigo, El buen amigo no era genial, El genial no era buen amante...y así podemos seguir combiando los factores. Claro que hubo un excelente amigo, sujeto genial pero cuestionable amante con el que sin chistar me hubiera quedado... pero eso es historia antigua.

No me las gasto ilusamente creyendo que un solo amigo puede cubrirme del todo y también estoy consciente de que no puedo satisfacer por completo las expectativas del otro, que tal vez necesite a más personas para completarse (No, no estoy proponendo un trío como en Vicky Cristina Barcelona); es decir, que muy seguramente existirán cosas que prefiera contarle a otra persona porque se siente mejor conectado o porque el chiste sólo les hacia gracia a ellos y no por eso me molestaré. Porque las relaciones, dice Savater, son para expandirse y no para recortarse cual bonsai, no hay para qué cerrarse (tampoco estoy hablando aquí de relaciones abiertas), ya que siempre al genial sujeto y buen amante le puede faltar una pizca de buen amigo... que seguramente será saciada con otro amigo, y así podemos seguir haciendo combinaciones.