martes, septiembre 22

Undisclosed desires

Quiso ofrendar su muerte a una causa perdida,
Quiso revelar el secreto de los alquimistas
y llegar a la montaña sagrada,

pero encontró un parque, el parque de todos,
dentro del cual

hay otro
parque secreto
que recorrieron
los dos,

[a place to satisfy the undisclosed desires of the heart].

lunes, septiembre 21

Oveja Negra (no es otra película de inmigrantes)


Debo confesar que cuando supe que la temática era inmigración, decidí posponerla y no es que el tema me disguste, sino que me tiene un tanto saturada (aparte le traía hartísimas ganas a La huérfana), pero por causalidades de la vida, Oveja Negra (Humberto Hinojosa, México, 2009) fue la opción.

¿De qué se trata?

En resumen,

Se trata de José y el Kumbia, dos rancheritos que cuidan borregos y sueñan con tener muchos borregos propios a fin de poder acceder a las mieles de las propiedades (llámese casa, carros, o mujeres) o al american way of life. Cómo conseguir un chingo de borregos sin mayor complicación es el hilo conductor de la historia.

En versión spoiler,

Se trata de José y el Kumbia, dos rancheritos después que de servir como monaguillos en la iglesia del pueblo, terminan trabajando de cuida ovejas para Don Leandro, un rico hacendado y, como parte del trabajo se tienen que soplar a Jerónimo, el infumable junior que nomás se divierte emborrachándose y contándoles las ovejas.

Hartos de estar siempre del lado de la suela del zapato, deciden asaltar el corral, para lo cual traman un plan sin falla aparente.

María fue el margen de error que José y el Kumbia no consideraron y por el cual un ligero retraso le da un giro total a lo planeado.

Pero la cosa ahí no para, ya que al margen de que la anécdota narrada, los personajes se cuecen aparte. Pocas veces se vuelven tan entrañables, pocas veces se ve un desenvolvimiento tan fresco frente a la cámara como esta ocasión lo hacen, especialmente el Kumbia (hizo reír hasta Gruñosito y eso ya es mucho decir!).

Si la memoria no me traiciona la última vez que vi algo similar fue en Temporada de patos (Fernando Eimbcke, México, 2005), en la cual la historia parece ser tangente de los personajes, de tan empáticos que resultan (una plática sobre esa peli transcurrió más o menos así: No recuerdo bien de qué se trataba, eran unos chavitos que se quedaban solos una tarde en un departamento de Tlatelolco, algo por el estilo, pero lo verdaderamente sabroso eran los personajes, tan próximos, tan fluidos).

Eso sí, la peli tiene sus lugares comunes que ya he mencionado (cual lotería: el cura, el rico, el rebelde, el gracioso, el junior, la guapa), pero los sabe explotar y le funcionan muy bien.

No se las arruino si les cuento un par de momentos que recordarán cuando la vean:

La ovejita pintada con chapopote, y
¿Qué dirá tu mother desde el sky?

Muy recomendable, no se la pierdan!

martes, septiembre 15

Suave patria... cansada de parir hijos de puta.

¿Qué me hace mexicano? ¿Mi rostro? ¿Mi apellido? ¿Mi pasaporte? Hace algunos años le dije a alguien que ya no quería seguir siendo mexicano. Recuerdo que aquella persona me miró con gesto preocupado y me dijo: Ten cuidado... fíjate a quién le dices ese tipo de cosas. Y lo tuve. Siempre me había molestado tener que identificarme con la idea oficial de mi país, de mi nacionalidad. Detestaba esa marca de fuego grabada en mi frente: Un águila con las alas rotas, una serpiente partida a la mitad. Una equis de ceniza como tatuaje sacramental: La equis católica e irónica de México, una encricijada donde siempre me inmoviliza la indecisión. Me enseñé a rechazar esa idea de patria que durante años nos han vendido... No quería ser mexicano, porque no quería ser nada. Quería, quise, una desnudez total, apátrida, gitana.

- Juvenal Acosta-

lunes, septiembre 7

Él (no es el de Buñuel)

Ah, déjame entrar, déjame ver un día como ven tus ojos.
-Rayuela-


Brindó una vez más después de otra más de sus ácidas disertaciones sobre el amor. Aplausos.

De vuelta a su casa, en cuanto se desabrochó el primer botón de la camisa el recuerdo de María lo prensó de la yugular. Tragó saliva mientras su memoria olfativa recorría pacientemente las corvas de esa mujer que durante años su académica imaginería había construido pieza por pieza.

María le recordaba a La Maga, porque aún con sus sinrazones lo condenó a leer a Spinoza por un buen rato, Pero qué le importaba a él eso, si pensaba que las mujeres eran unas cosas tan espléndidas que podían darse el lujo de ser imbéciles y a pesar de ello volver locos a los hombres.

Recordó también que su mero encanto de juglar había sido insuficiente para evitar que ella se fuera, dejándole nada más que un dolor vago pero constante, supurante como una herida de batalla mal cuidada.

Volvió la mirada al espejo. Pensaba que la negación sistemática de aquellos recuerdos terminaría por aniquilarlos. Mejor recibir aplausos que reconocer su cobadía. Mejor reafirmarse incrédulo antes que volver a escuchar las sinrazones de María.