Ayer asistí a un par de conferencias del homenaje a Carlos Fuentes: El arte de mirar y el arte de filmar. Ambas me gustaron, pero la segunda fue una grata sorpresa.
En la mesa participarían Cuarón, Ripstein, Novaro, Skármeta y Reygadas. Iba con la idea de escuchar a Ripstein y a Cuarón y resultó que éste no pudo llegar y el primero estaba recibiendo otro premio, así que dejó un dvd con su participación.
A María Novaro con gusto la puedo escuchar, pensé, pero ... ¿Reygadas?, demonios, su cine me resulta apenas soportable. Bueno, si de plano no me gusta lo que dice, me echo un coyotito y luego me despierto con los aplausos.
No los aburriré con detalles, pero el caso es que Skármeta les preguntó cómo se iniciaron en el cine, la respuesta de Reygadas me dejó pensando. Platicó sobre su vida cercana a la música y la pintura y su despreocupada decisión de estudiar Derecho, también de su paso por la carrera y el tiempo que la ejerció. Luego dijo algo que de ayer a hoy no he podido olvidar: Tenía 26 años y aunque no me molestaba mi trabajo, porque era bastante interesante, no me gustaba mi vida, no me gustaba trabajar de lunes a viernes con saco y corbata. Y ahí estaba frente al auditorio, el sujeto que polariza opiniones con sus películas, que le hacen ojitos a Tarkovsky, pero eso que ahora mismo no sé explicar. Nunca le hubiera adivinado la profesión anterior, pero se le ve resuelto y bastante a gusto con la nueva.
¡Carajo! pensé, estoy justamente en la misma situación y sigo con la moneda en el aire, sobre seguir ejerciendo algo a lo que cada día le voy perdiendo más el gusto y que tampoco me apasiona.
¿Vería entonces la vida propia como quien contempla llover a través de la ventana?, ¿Mi pasión por el cine seguirá siendo mi hobbie y mi trabajo algo como el agua tibia?, ¿Am I Living for my weekend, como dice la canción twenty-something?
Ah, demasiados pensamientos apremiantes. Tal vez siga con mi filosofía en el vestidor. Una cosa pa'l gasto y otra pa'l gusto, dicen por ahí y aún ignoro, si es que es una buena razón. Seguir soñando el propio sueño...
Anécdota estúpida: La noche anterior vi la obra 'Todos semos emos', en una parte las marionetas juegan al shuffle del ipod para que responda a sus preguntas. Hice lo propio al salir de la conferencia, El oráculo ipod me respondió: Dream on, que curioso.
That's life.