miércoles, febrero 17

INVICTUS / UP IN THE AIR

Por cierto, el equipo de filmación tuvo que esperar a que un grupo de mandriles se retirara del lugar de entrenamiento de los Spingbrooks, para comenzar a trabajar. Según dicen, lo mandriles los miraban con cara de ¿y estos locos qué?

INVICTUS (Invictus, Clint Eastwood, Estados Unidos, 2009)

Al salir de prisión, tras 27 años de haber purgado cargos por sabotaje y otros delitos en contra del apartheid, Nelson Mandela se convirtió en el primer presidente Sudafricano en ser elegido mediante una elección democrática.

En el periodo que Mandela empezaba su mandato, Sudáfrica aún se encontraba dividida por las secuelas del racismo. Para unirlo, se sirvió del rugby, deporte nacional que solía despertar graves enconos entre la población.

Más que sólo un deporte, como lo consideraban sus colaboradores, para Mandela el rugby significó la aceptación y tolerancia hacia el equipo que simbolizaba la injusticia y opresión que, hasta entonces, había sufrido la población de origen africano por parte de la población blanco, en un afán de recomposición social y unión.

Ese esfuerzo le valió el campeonato mundial de 1995, a pesar de que todas las estadísticas estaban en su contra. Aquella realidad, por un momento, pareció el guión de alguna película.

Fue un gran acierto de Eastwood haber logrado retratar el liderazgo de Mandela y su enorme capacidad para incentivar al cambio pacífico, al tiempo que refrescó en la memoria de las nuevas generaciones esa aportación histórica que significó abrir paso para eliminar la segregación racial.

Lo bueno: Como de costumbre, Eastwood saca la garra de todo su elenco.

Lo malo: La fotografía tipo Hallmark chanel.

Lo feo: El póster.

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Y la siguiente película es una de las peores traducciones de títulos que he visto.

AMOR SIN ESCALAS (Up in the air, Jason Reitman, Estados Unidos, 2009)

Despedir gente es el trabajo de Ryan Bingham y para hacerlo debe abordar aviones continuamente para llegar a las empresas que requieren sus servicios.

En ese ir y venir de tantos lugares, Ryan disfruta de coleccionar millas aéreas mientras vive desapegado de todas las personas, convencido de que no quiere tener una relación estable; después de todo su hogar son los muchos aeropuertos que visita, con la calidez del personal que, a fuerza de verlo tantas veces, ya lo reconoce.

Cuando una nueva empleada de la empresa para la que trabaja propone que los despidos se hagan vía internet, Ryan teme volver al dulce hogar que creía no añorar, para finalmente caer en cuenta de que la vida no lo estuvo esperando.

Con el propósito de darle mayor credibilidad al personaje, George Clooney optó por salir en pantalla sin gota de maquillaje y, por supuesto, logra verse como un atractivo pero grisáceo cuarentón.

Jason Reitman, empezó a escribir el guión durante 2002, año en le que no se veía venir ninguna crisis económica. La oportunidad para dirigir Juno y Gracias por fumar, pospuso el proyecto que irónicamente se estrenó en medio de la recesión del año pasado, tocando aún más la sensible fibra americana.

Lo bueno: Una línea de los diálogos, “eres un paréntesis”.

Lo malo: Que desde el pésimo título en español, la vendieron como una comedia romántica, cuando es todo lo contrario.

Lo feo: Que en el casting eligieran a Anna Kendrick sobre Ellen Page, para el rol de Natalie.

jueves, febrero 11

Para amores enfermos...

Les dejo un cuento hecho por su servilleta. 

TRINIDAD

Si quieres ser un hombre, tienes que enterrar tu primer juguete y el retrato de tu madre.

Había vivido en un espacio donde cada centímetro se encontraba limpísimo y romo, no fuera que el bebé, como lo llamaba su madre hasta sus actuales veintinueve, se hiciera una cortadita.

Rosa le amarró las agujetas hasta los ocho años, a los quince todavía le preparaba el baño y a los veinte le cortaba los bisteces en cuadritos pequeños.

Con señas que sólo Rosa podía entender, todos los días, desde la cama, Rodrigo le indicaba qué quería desayunar.

Cuando entró a trabajar, Rosa se ocupó de prepararle el lunch de la misma forma que lo había hecho desde que empezó la primaria. Todos los días le arreglaba el nudo de la corbata, como antes lo había hecho con los cuellos blancos de las camisas escolares.

Después de ver
El topo, Rodrigo descartó la película de inmediato. Nunca enterraría el retrato de su madre ni a su koala de peluche.

Un mal día a Rosa la sorprendió un infarto cerebral. Se quedó en los brazos de Rodrigo quien, con una voz más queda y grave de lo habitual, sólo atinaba a decir mamá, mientras sostenía aquel cuerpo exangüe entre sus brazos.

Durante el funeral, sólo unas lágrimas adornaban su ya de por sí inexpresivo rostro. ¿Por qué tenía que enterrar ya no el retrato, sino el cuerpo de su madre?

Una noche soñó que Rosa entraba en su cuarto y le daba el beso de las buenas noches. Se despertó pensando qué le pediría para desayunar. Instantes después la recordó muerta y desde ese día comenzó un llanto incesante.

Una tarde el llanto paró. Sobre la mesa, junto al retrato de Rosa, colocó un frasco en el que flotaba una mano. Su madre de vuelta. El koala de peluche lo observó sonriente.