lunes, enero 25

Me revienta olvidar las muertes

Recién me fui de mi casa, acampé en la sala de mi abuela materna y mi tía. Eso fue a finales de 2005, cuando ya había terminado la carrera.


Me pareció buena idea vivir ahí mientras conseguía una renta aceptable. Siempre tuve ganas de volver, aunque fuera un rato con ella, que fue la imagen de la entereza durante mi infancia y adolescencia. También fue ella quien fomentó mi amor por los libros y me dio mis primeras Narraciones extraordinarias de Poe, seguidas de un montón de historias más (por eso había querido hacer este post el día del libro y el día del abuelo, pero me ponía demasiado sentimental).


Mi abuela terminó viviendo sus últimos años en ese condenado departamento por causas que preferiría recordar con menor vehemencia. El bullicio del rumbo le impidió salir a caminar; no tardó en deteriorarse y comenzó a perder la memoria. Hasta el último día que habló coherentemente dijo que quería desaparecer. 


Después de eso todo fue un mosaico de momentos y nombres de lo más dispares. La más triste de mis sorpresas fue el día que no me reconoció más. Le dije mi nombre y parecía no recordarlo. La incertidumbre me hizo un nudo en la garganta y ella se quedó mirando hacia una esquina, como si nada. Luego me cambió el nombre por el de una comadre suya y así un par de veces más.


Me sentía nada sin su recuerdo y no pude tomar las cosas con un ápice de humor y preferí hacerme a un lado a presenciar de cerca la vida que le daba el oxigenador cerebral. Odiaba verla negándose a comer a gritos, odiaba verla olvidar el vaso y tomar directo de bote de leche, en suma, odié verla desmoronándose. La abracé unas cuantas veces más y huí cobardemente.


Para marzo de 2006 ya tenía unos meses que me había mudado. Una mañana recibí la llama esperada y no por ello menos indeseada de su muerte. Aturdida, no deseaba más que trabajar todo ese día para aplacar mis sentimientos. No quería llorar en el velorio, no quería ver ni hablar con nadie de nada.


Este fin de semana soñé que visitaba a mi abuela y a mi tía. Me lamentaba que hubiera pasado tanto tiempo. Esa tarde me daría el tiempo para ir. Cuando abrí los ojos me sorprendí pensando qué le gustaría que llevara para comer, qué cosa no le haría daño. Después recordé que murió hace casi 4 años y me odié por haberlo olvidado, porque hay en ese sueño una pizca de mi único arrepentimiento.

martes, enero 12

De lo que se viene uno enterando...

Platicaba con un par de compañeros de la oficina (o más bien ellos estaban en un debraye imaginario) en el que se preguntaban:

a) ¿Cuántas viejotototas les harían caso si trajeran un carro muy lujoso?
b) Luego desvariaban sobre la gran calidad que tendrían esas carnes.
c) Y que por supuesto, de traer un carro más lujoso, sus estándares subirían.

Entonces les pregunté para qué le podía servir un carro de ese tipo a una mujer.

Y para mi sorpresa, las respuestas fueron:

Macario.- Pues más bien intimida.
Casáreo.- Sí eh, me intimidaría mucho y me pondría nervioso.
Yo.- ¿Nervioso por qué?
Cesáreo.- Pues imagínate, en la cama con ella estaría nervioso tratando de hacerlo bien y para no terminar antes que ella.
Yo.- ¿O sea que sin buen carro te vale madre si la otra acabó?
Cesáreo.- Pues ni en cuenta.
Macario.- Es que sí, con una vieja así no podrías aplicar el 'comes y te vas', jajaja.


Chiales con mis compañeritos y sus torcidas rependejas deducciones -.-

viernes, enero 8

Ethan Hawke me preguntó ¿Qué es la felicidad?



Ok, ok, fue sólo en un sueño, pero muy particular.

Estoy dentro de un cuarto blanco, sentada sobre un sillón de terciopelo púrpura. Entonces entra Ethan Hawke, con una playera blanca y esa apariencia desgarbada a medio rasurar y a medio peinar, que me parece tan atractiva.

Se me acerca y pregunta: - Ana, ¿Qué es la felicidad? Me quedo pensando un momento y le respondo: - Ethan, ¿recuerdas esa película en la que actuaste, Grandes esperanzas? ¿Recuerdas esa secuencia en la que Gwyneth Paltrow se inclina a tomar agua de un bebedero? El momento en que se levanta y te sonríe, tú te quedas mirándola y luego se besan; eso, Ethan , es la felicidad.

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¿A qué se debió tal cosa? Quién sabe, pero me causó harta gracias el tono confianzudote en que nos hablábamos. Sin duda podría seguir 'adoctrinando' a Ethan en mis próximos sueños.


miércoles, enero 6

Los siete locos


Fragmento de diálogo entre Erdosain e Hipólita:

- ¿Pero usted nunca sintió la extrañeza de vivir.
- Sí, eso sí.
- Cuénteme.
- Fue cuando era muchachita. Trabajaba en una linda casa de la Avenida Alvear. Había tres niñas y cuatro sirvientas. Y yo me despertaba en la mañana y no terminaba de convencerme de que era yo la que me movía entre esos muebles que no me pertenecían y es agente que sólo me hablaba para que yo la sirviera. Y a momentos me parecía que los otros estaban bien clavados en la vida, y en sus casas, mientras yo tenía la sensación de estar suelta, ligeramente atada con un cordón a la vida. Y las voces de los otros sonaban en mis oídos como cuando una está dormida y no sabe si suena o está despierta.
- Debe ser triste.
- Sí, es muy triste ver felices a los otros y ver que los otros no comprenden que una será desdichada para toda la vida. Me acuerdo que a la hora de la siesta entraba en mi piecita y en vez de zurcir mi ropa, pensaba: ¿yo seré sirvienta toda la vida? Y ya no me cansaba el trabajo, sino mis pensamientos. ¿Usted no se ha fijado que obstinados son los pensamientos tristes?

Y tan tan. He terminado el libro. Me parece que voy a extrañar su angustiante denzura.

Altamente recomendable.

P.D. El prólogo le hace justicia. Es La novela existencialista latinoamericana.

lunes, enero 4

¡¿Cómo, ya pasaron 10 años?!

Gruñaldo.- Durante la huelga (de la UNAM) trabajaba en el videocentro que quedaba por mi casa.
Yo.- ¿Videocentro, todavía existían? No manches ya llovió, eso debe tener uuuuu.
G.- Pues la huelga fue hace 10 años.
Yo.- Ah cabrón, ¿te cae?

Y así de zopetón me di cuenta que habían transcurrido 10 años desde aquel mugroso abril en que cerraron la prepa, me cambié de escuela y no seguí con los pumas más que en mi corazón.

Acabó la década en la que vimos desfilar a presidentes y primeros ministros cuyos nombres recordaremos un buen rato: Hugo Chávez, Lula y Tony Blair. De este lado Fox y Fecal, ni hablar.

Presenciamos la guerra de los Balcanes, el combate al terrorismo, el surgimiento del EZLN.

Vimos surgir al Napster, ibook, ipod y demás i´s posibles.

Salió al mercado el euro, la ciencia sacó a la luz el proyecto genoma humano.

En el cine vimos la primera leyenda para la generación digital: Matrix.

La trilogía fantástica mejor lograda, con el mejor casting y demás the best of: El Señor de los Anillos.

El nihilismo tuvo nombre: Figh club.

La vida de los otros, pasó rápidamente por el circuito comercial.

Belleza americana, Los infiltrados, Sin lugar para los débiles, Petróleo sangriento (tan bonito que era el título en inglés: There will be blood), Kill Bill 1 y 2, Sector 9, Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (primera traducción decente de un título), Ciudad de dios, Oldboy, El laberinto del fauno, Amores Perros, Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo, Borat, ¿Quieres ser John Malkovich?, Río Místico, El último Rey de Escocia, Fargo, Las invasiones bárbaras, Allegro...

Seguramente se me está pasando algo, pero el caso es que pasaron 10 años con montonal de cosas para recordar, 10 años en los que vivimos el desarrollo meteórico de la red (hace 10 años no podría imaginarme escribiendo en un blog, es más no imaginaría las palabras blog, twitter, facebook, etc).

Y se terminó el 2009, para mí, un año que empezó mal, que me dejó con un amigo menos, pero trajo de vuelta un par de más. El año en que volví a las letras entre las cuales conocí al inesperado amor.

Un año que termina bien. ¿Estaré en la dimensión desconocida?

¡FELIZ AÑO!
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P.D. Aún viene a mi mente lo que de mi pasado recuerdo, no sé si en forma engañosa: Rumualdo (dijo el maestro de ética) estás equivocada, Derecho no es para tí.

A los 17 años no pasaba por mi cabeza la frase perfil del egresado, me creí aquello de la generación que estudió derecho antes de darle a las letras y blabla. Algo perdí de vista pero que va, a base de putazos se aprende.