miércoles, diciembre 22

52 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca

Comenzaré con los recuentos de este año. Tal vez de nada sirvan, tal vez sean sólo un ejercicio de memoria o tal vez la necesidad de saber que este año significó algo. Por mi parte, lo dejo escrito para saber, en un futuro no muy lejano, si pasó la prueba del añejo.

Ahora les va una breve explicación del certificado de añejamiento que otorgo a mis películas favoritas: 

Es 1999, tengo 17 años, estoy en sexto de prepa y atravieso por la adolescencia cinéfila. Corro a ver Belleza Americana que para el momento de su estreno ya ha hecho bastante ruido. Me encanta y la veo más de tres veces. Me enloquece la escena de la bolsa.

10 años después la veo de nuevo y me sigue gustando PERO unas dos rayitas menos. La pareja de chamacos emos (TAN adelantados a su tiempo) no me gusta tanto y la escena final de Anette Benning tampoco. Ya no soy fan de la bolsita danzante, pero sí del dicurso.
Conclusión: es recomendable, pero no al grado de los clásicos.

Aclarado lo anterior, vamos a lo que nos truje: 

LA PIVELINA (Tizza Covi, Rainer Frimmel; Austria; 2009).

Una mujer mayor con el pelo teñido de un rojo imperdible, camina por un parque, tratando de atrapar a su perro. De pronto, se encuentra con una linda niña pequeña, sentada en un columpio. La cría trae una nota y una fotografía en la chamarra: la madre se la ha encargado. Angustiada, regresa al campo de trailers del circo donde trabaja, preguntándose en qué situación debió estar la madre de la pequeña para encargarla con ella, una extraña. Se supo observada, se supo confiable.

Su esposo (o pareja, qué sé yo), insiste en acudir a la policía para evitar que parezca un secuestro. Pero cómo la van a dejar en la policía si es tan pequeña...

Los días que la Pivelina pasa en casa de los cirqueros, le inyecta chispa a su inusual modo de vida. Hasta el vecino adolescente cuida de ella, empeñándose en hacerle pasar buenos ratos. Resulta imposible no quererla, no enamorarse de ese tierno estuche que parece no hacer berrinches y no llorar hasta destrozar los oídos de sus cuidadores.

Al final, la pivelina fue un ejercicio de querer, recibir afecto, aprender y dejar ir. Como muchos quereres. 

NOTA ADICIONAL: Un amargo amigo afirmó, para mi asombro, que si pudiera estar seguro de que tendría una hija como la pivelina, rompería su voto de cero hijos. Sí, tan linda es.

MATERIA BLANCA (White material, Claire Denis, Francia, 2009)

María vidal, jefa de una familia francesa autoexiliada en África, se niega a deja su hacienda cafetalera, a pesar del riesgo inminente. Los conflictos bélicos y raciales son escenario de las devastadoras condiciones que la protagonista, insiste en no dejar, empecinada en la idea de que en Francia su vida sería demasiado fácil, demasiado cómoda. 

Materia blanca: relojes de oro, collares y pendientes que no sirven más que para echarle leña al fuego. 

La actuación de Isabelle Hupert SIEMPRE es digna de verse. 

Recomendable.

LOS GATOS PERSAS (No one knows about persian cats, Bahman Ghobadi, Francia, 2009).

El director de esa joyita titulada Las tortugas pueden volar, lleva al cine la historia de una banda iraní de rock independiente que quiere figurar y salir de gira por todo el mundo a pesar, para bien y mal, de las difíciles circunstancias del país en el que viven. Para bien porque eso les da sonido y contenido que no los deja pasar desapercibidos; malo porque tienen que enfrentarse con una corrupción terrible desde el mero hecho de tramitar visa y pasaporte. 

La banda, inicialmente formada por dos integrantes, encuentra en Nader, no sólo el contacto con el Santo Domigo Iraní, sino un amigo que eventualmente se encariña con ellos y busca ayudarles. Pero como dice el refrán, de buenas intenciones están sembrados los infiernos y panteones. 

Los gatos persas presenta el rompecabezas musical de Irán y que van desde raperos, hasta la versión iraní de Tom Waits. Y claro, el sountrack es maravilloso.

ADVERTENCIA: SI NO LA HAN VISTO SÁLTENSE ESTE PÁRRAFO, QUE AHÍ VIENE UN SPOILER. 
Me pareció que Los gatos persas no mantiene el mejor ritmo pero en el momento final da un levantón increíble. 
Terminada la tristísima canción que cierra, Gruñis, Pok, Carlos y yo pensamos que esta película sería la mejor opción para los orientadores educativos que quisieran formar puro zombie oficinista o empleado respetable. La presentación sería algo así: ¿Tienes sueños? mira nada más lo que te puede pasar...
Y, como buenos orientadores, esconderían la vedad acerca de la banda: que sí la armaron y andan de gira por Europa. 
FIN DEL SPOILER

MUY recomendable. 

LOS CHICOS ESTÁN BIEN (The kids are all right, Lisa Cholodenko, Estados Unidos, 2010) 

Joni y Laser son hijos de la inseminación artificial a la que se sometió un matrimonio lésbico. En plena adolescencia deciden conocer a su padre (Paul) quien, sorprendido pero gustoso, accede.

Paul, interpretado por Mark Ruffalo, se va colando en sus vidas poco a poco, provocando los celos de Nic, la mamá mandona que a todos tiene un poco hartos con su carácter estricto y su muy ocupada vida laboral.

El recién llegado papá significa un respiro para todos, incluso para Jules, la mamá hippie, estancada entre su carrera que no despega y la desatención de Nic, aunque al final termina convertido en un un simple tropezón del que todos parecen recuperarse. 

ADVERTENCIA DE SPOILER
Al final la moraleja parece ser: si tienes familia, ellos estarán ahí aún cuando te hayas comportado bien canalla (previo ofrecimiento de disculpas, claro está); si no tienes familia eres un triste perro solitario, no tienes nada. 
Tan educativa conclusión no fue de mi total agrado, pero aún así, la película es recomendable, los diálogos están bárbaros. 
FIN DEL SPOILER

Recomendable para extensa charla de café.  

Esas fueron mis favoritas de la Muestra. Próximamente mis favoritas de la cartelera comercial 2010. 



viernes, diciembre 17

LAS EDADES DEL CINÉFILO

Cinéfilo: especie que ama el cine, ve tantas películas como puede, las analiza, se divierte, reflexiona, se ve a sí mismo y/o a los demás a través del celuloide. Lo vive y respira, no podría hacer otra cosa. Tarde o temprano se dará cuenta que, como decía Tarkovski, está experimentando el privilegio sentir como vida propia lo que se está desarrollando en la pantalla.

Ama el cine, sí, y su amor es la constante durante las etapas que atravesará hasta convertirse en un cinéfilo mayor. ¿Cuáles son esas etapas? Aquí les dejo unas ideas:

Cinéfilo infante: Le gusta el cine y lo devora. Ve toda la cartelera comercial y una que otra rentada. Se rige bajo los estándares hollywoodenses y critica con la misma vara a todas las películas. Se deja guiar por los actores, no por los directores: 'la nueva de Michael Douglas'. Es un entusiasta.

Cinéfilo adolescente: Por casualidad se topó con Tarantino y/o Jororowsky y/o Greenaway y/o Reygadas y/o cualquier otro transgresor y sintió la luz de la verdad frente a sus ojos. Desprecia profundamente las porquerías que hace Hollywood, prefiere ver cine de arte (así le dice él) para gente culta y entendida. Aunque ha visto una o dos películas de los mencionados directores, siente que lo sabe todo. Vio el séptimo sello y les dice a sus amiguitos que ve 'otro tipo de cine' y aunque no lo entiende, lo alaba. En los 90's vio Pulp fiction y sostuvo que se trataba del no-va-más del cine; en 2003 y 2004 vio Kill BIll 1 y 2 hasta rabiar. Compró una espada en un ataque de fanatismo. Cuando vio el topo, se supo en la cima de la pirámide intelectual respecto de todos sus conocidos. El cinéfilo adolescente puede llegar a ser muy arrogante al grado de auto denominarse orgullosamente snob. Es duro de roer y resulta difícil sostener una charla con él: todo lo sabe, todo lo ha visto. A todos, cinéfilos y no, les vomita sus amplísimos conocimientos en la materia, ante la más mínima provocación. Presume (falsamente) que desde muy my niño comenzó a ver todo Fellini o que vio El discreto encanto de la burguesía cuando iba en la primaria y le encantó. Lamentablemente, muchos cinéfilos nunca en su vida evolucionan y continuan siendo adolescentes hasta el fin de sus días.

Cinéfilo maduro: Es un tipo disciplinado que se esfuerza por conocer el trabajo completo de los directores que le gustan, para tener la satisfacción de conocer sus distintas etapas. No presume. Cuando le preguntan, responde sin arrogancia. Invariablemente, su interlocutor notará el gran amor que tiene por el cine. Si está rodeado de cinéfilos, puede descocerse en una extensísima plática, sino, no pretende lucirse ante nadie. Sabe que la cinefilia es muy similar a la alimentación: el buen cine  es como un filete, los placeres culpables y comerciales son como una hamburguesa. Así que uno puede comer en su mayoría jugosos filetes, pero de vez en cuando se antoja una hamburguesa. Pero una buena, no de las que trasmiten tifoidea. Si algo del llamado 'circuito de arte' no le place, lo dice y lo sostiene con fundamentos. No alaba por seguir a la manada. Reconoce que Hollywood ha hecho cosas espantosas, pero también le ha dado grandes momentos de gloria al cine. Está abierto a ver cine de todo el mundo y conserva la capacidad de sorprenderse. 

Cinéfilo viejito: Si contaba con una banda cinéfila, probablemente todos a) estén jugando con sus nietos, o b) estén muertos. Sus gatos, únicos compañeros que se han mantenido fieles, no pueden acompañarlo al cine, así que el cinefilo solitario lleva una bolsa con whiskas a todas partes para sentir su compañía. Se une a las conversaciones ajenas en la fila, con la esperanza de formar un nuevo rat pack. Es completamente intolerante con la gente que osa hablar dentro de la sala antes de que empiece la función, pues para él equivale a estar echando desmadre en un recinto sagrado. Padece una suerte de neurosis feliz. 

¿Cuál eres?... ¿seguro? Próximamente subiré un test y lo verificaremos.

Gracias mis cinéfilos neuróticos, Pok y Carlos, por sus contribuciones para el presente post.

miércoles, diciembre 15

THE SOCIAL NETWORK



David Fincher vuelve a hacerla y yo le aplaudo de pie.

Las historias de millonarios que aprendieron cómo enriquecerse comprando basura y vendiéndola cara, expandiéndose mientras exprime a sus empleados y sangra a los consumidores o que poseen corporaciones psicópatas (remember The corporation) me dan una hueva inmensa. Pero cuando el dinero fue accesorio, entonces sí, la cosa se pone interesante.

Mark Zuckergberg es el millonario más joven de la historia. Preciso: billonario. ¿Y eso qué? Jodidas encuestas que todo lo reducen a un número.

PARÉNTESIS CULTUROSO.

En algún número de Letras Libres, Gabriel Zaid dijo (palabras más, palabras menos) que para comparar a la gente se le tiene que reducir a un número. Así, la sociedad, inmersa en la competencia trepadora, podría saber quién era el nadador que más metros recorría o el barrendero que más calles barría, lo que reduciría toda la experiencia del nado o el barrido a un número, cuando lo importante era nadar sabroso y barrer contento.

FIN DEL PARÉNTESIS.

Lo interesante de la película, al margen de los millones del joven Zuckerberg es la historia de traición, revancha, soledad, amargura y demás bellezas para las que David Fincher se pinta solo. Es justamente en estos ambientes oscuros donde el director parece moverse con mayor soltura y nos demuestra que la infame Benjamin Button fue sólo un tropezón.

Los personajes están perfectamente bien armados, así que desde su presentación dan una idea clara del desfile de personalidades que veremos en la pantalla. 

La intensidad y credibilidad de las actuaciones es otro gran mérito de la película y dan cuenta que no fueron en vano las ciento-y-tantas veces que Fincher osó repetir la misma toma: Andrew Garfield, como Eduardo Saverin, se enfundó en elegantes trajes, dispuesto a conseguir clientes de poca monta para la naciente red social; Justin Timberlake, como Sean Parker, el (antes) chavito que creo nada más y nada menos que Napster, el que le pintó dedo a las disqueras; y Jesse Eisenberg interpretando a un Mark Zuckerberg repleto de claroscuros que corre en bermudas, calcetines y chanclas por los pasillos de Harvard, con la mente clavada en esa página que está haciendo, cuyo potencial intuye, pero cuyo tamaño en ese momento no imaginaba. A ratos arrogante y cruel, a ratos solitario, insistente e inseguro, es, por mucho, uno de mis personajes favoritos del año. Aquí una cita brevísima:

Erica Albright: Why do you keep saying I don't need to study?
Mark Zuckerberg: You go tu B.U. ...

The social network logra mantener muy buen ritmo a lo largo de su poco más de dos horas de duración, lo que sólo se puede sostener cuando aparte de tener una buena historia, está bien filmada.

Lo bueno: Todo. En especial la fotografía oscura.
Lo malo: El trailer que pasaban en salas mexicanas no era el bueno.
Lo feo: El trailer chido se quedó acá

Corran a verla, es de las imperdibles del año. 

viernes, diciembre 3

Guillermo del Toro en la FIL 2010


O cómo aprendí a dejar de preocuparme por el entumecimiento de mis piernas mientras esperaba su autógrafo y me enamoré de los famosos ojos tapatíos.

Salimos el sábado por la tarde con rumbo a Guadalajara. Por la hora, nos esperaba un tránsito de mierda en las casetas. La espera se hizo menos larga gracias al juego que inventó Carlos:

Alguien comienza diciendo el nombre de un actor o una película y el siguiente utiliza alguna de las palabras de esa oración en otro actor o película.

Ejemplo:

Francis Ford Coppola - Sofia Coppola - La decisión de Sofía - La decisión más difícil - A hard day's night

Pero no todo es tan plano. Puede pasar esto:

- John Cassavetes - John Houston - París, Texas (Houston, Texas - París, Texas)
- Tres colores: Rojo - Moulin rouge - Mulan - Mulan 2

En fin. Después del largo recorrido llegamos a Hostal Tequila Backpackers, donde nos recibió un tipo amabilísimo (y apenadísimo porque después de haber dado un par de vueltas no encontramos ni una triste taquería abierta).

Al otro día nos levantamos RE temprano para recorrer la FIL y luego formarnos para la presentación de Oscura.

En mis andanzas encontré el Meleficus malleficarum y el Evangelio de Judas de Alberto Vázquez, publicado por la editorial Astiberri, un cómic que narra la historia de Judas, la ardilla católica, quien entre sus cuitas pasa por los lances de un cachondo mensajero de Jesús Cristo.

Emocionados (bueno, yo emocionada, mis amigos neuróticos y ansiosos), ocupamos nuestros asientos. Faltaban 5 minutos para que empezara la presentación y comencé a sentir ese cosito que da cuando conoces a tus admirados. Sabía, por entrevistas y comentarios, que el tipo era buena onda pero, ¿y si ese día iba de malas?, ¿si se le antojaba ponerse divo? Demonios, sería tan triste como el día que conocí a Jodorowsky en la presentación de su obra El sueño sin fin, donde hizo gala de una mamonería absoluta durante la firma de autógrafos. Después de ese día preferí a Joderowsky.

Pasaron los 5 minutos y Memo salió a la vista del público, que aplaudía y chiflaba con verdadera enjundia.

Es sabido que Del Toro es vampirófilo de corazón y que ese ha sido un tema recurrente en sus obras, por lo que durante la entrevista no podía faltar la pregunta relativa a los vampiros de Crepúsculo y similares. Para mi sorpresa, a diferencia de otros seguidores del tema, no recitó todos los adjetivos usuales para el tema: porquería-asquerosa-chingadera sobrevalorada; en cambio, ofreció su perspectiva:

El vampiro es un tema muy elástico que puede utilizarse desde la promoción de cereales hasta para creer en el celibato y fabular un amor romántico, aunque yo prefiero los vampiros pansexuales. Yo desayuno cereal todos los días y tengo un cuerpazo. 

PARÉNTESIS DIZQUE CULTUROSO 

Eso me recordó un fragmento de El lobo estepario en el que Armanda (palabras más, palabras menos) le dice al Lobo que es un niño porque no acepta que otros puedan interpretar a su amado Van Gogh de una forma diferente.

La cosa aquí no es una defensa a los puñeteros vampiros que brillan con la luz del sol, sino que le aplaudo a Del Toro su postura Armandezca: Te puede gustar algo. Eso no significa que a todo el mundo le guste de la misma forma. Es más, eso que te gusta puede tener reglas y no todos van a seguirlas.

En fin, yo prefiero los vampiros que, como viles insectos, no tienen otra meta que la voracidad y también los que, despojados de glamour, nos regala John Ajvide Lindqvist. 

Hablando de Lindqvist, escena en la que Eli lame sangre del suelo en Déjame entrar, ¿no les recordó aquella en la que Federico Luppi lame sangre del piso de un baño? 

Ahhh, maestros!

FIN DEL PARÉNTESIS DIZQUE CULTUROSO

Luego, entre otras cosas, contó que no obtuvo apoyos para terminar Cronos, así que dijo chinguen a su madre y pidió un préstamo bien grande. Una vez endeudado cabronamente, vendió su camioneta. Ya no le quedaba nada, pero Cronos estaba terminada. Luego ganó un premio con el que pagó la deuda. Si creen en sus proyectos y manden a chingar a su madre a los demás, dijo. Cronos, esa película que alguien una vez ninguneó hoy es parte de la Criterion Collection (y ya está a la venta en Amazon).  Eso es a lo que llamo tener buena leche y muchos huevos. 

Ese párrafo que acaban de leer fue una respuesta muy bonita para una pregunta más bien pendeja y común: ¿cuál es tu mayor éxito y tu mayor fracaso?

Por cierto, cómo abunda la gente que hace preguntas digna de un madrazo. No sé ustedes pero esas de ¿cuál es el secreto de tu éxito?, yo quiero ser tan exitoso/a como tú, ¿qué me recomiendas?, hacerse autopromoción (tengo un cine club en x lugar, acabo de escribir x cosa que te gustaría), entre otras abominaciones, ya me tienen hasta la madre. 

Una vez terminada la presentación, corrimos desefrenadamente para hacer fila en la firma de autógrafos. Esperamos pacientemente durante 2 largas horas en las que no faltó el tarado que se querían infiltar. Antes de que empezara a repartir firmas, su gente nos dijo que nada más firmaría Noctura u Oscura. Un libro por persona. Lo bueno es que a Memo, mon amour, le valió madre y firmó absolutamente todo, se tomó fotos, estrechó manos. Ahora tengo el guión de Cronos firmado y desde hace una semana no me he lavado la mejilla ni la palma derechas... 

Qué buena onda es Memo: uno de mis amigos casi llora al verlo. Él su letanía completa y le firmó todo. Hasta se acordó de su nombre (porque lo stalkea).

Una vez cumplida nuestra meta, regresamos al D.F., felices. Esa felicidad terminó en la fila de la primera caseta. 

Misión cumplida.