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miércoles, noviembre 18

El trámite más estúpido



A finales del año pasado, la Secretaría de la Función Pública (SFP), convocó para el concurso "El trámite más inútil".

Cuando vi la convocatoria, me extrañó que saliera de una dependencia entre cuya función se encuentra la elaboración de laberintos decididamente kafkianos, entre otras bellezas.

El caso es que justamente hoy que amanecí de mal humor, hoy que estuve de mírame-y-NO-me-toques-MEJOR-AÚN-ni-me-mires, fui a revisar una inconformidad.

El área de inconformidades de la SFP, desde tiempos inmemoriales (cuenta mi no tan viejo y sí muy calvo jefe), ha tenido a la inamovible Martita en oficialía de partes. Ella, además de recibir todos los documentos del área es el contacto para cualquier comunicación con la gente que está dentro de las oficinas. Están en lo correcto, es la otra vocera. Hasta la cara es igualita, nomás que blanca.

Debe ser cuestión de nombres, porque acá si a la señora no le caes bien, también te la hace de jamón. La debes saludar bien y esperar a que le de la gana recibirte los papeles, porque si te paras a darle algo mientras ella anota algo, se limita a decir: espérame, yo te llamo... como si deveras. A eso súmenle que es lenta y si tiene 3 personas en la sala, contesta el teléfono diciendo: te marco luego porque tengo llenísimo y ando como loca. Y es que como es una RAM 64, sólo puede atender máximo a 2 personas.

Checar expedientes siempre tiene sus bemoles, pero demonios, algo que podría ser tan simple como un 'vengo a revisar el Expediente X con fulano' (como se hace en otros lugares), se convierte en el llenado de un formulario con varios datos, que Martita lee cuidadosísima y detenidamente y a veces en voz alta.

Hoy mismo me topé con un sujeto de alto pedorraje en la sala de espera, al que Martita le preguntó su número telefónico:

-¡Su número, no su extensión! le contestó muy fuerte un par de veces.
- Señora, vengo de aquí, le respondió.
- ¿Nada más viene a saludar? Inquirió ella.
- No, vengo a hablar con él de un asunto.

Puso cara de Martita (ash, pues de qué más) y entró a anunciar al sujeto importante. Casi de inmediato salió con las disculpas por delante:

- Discúlpeme eh, no sabía. Pásele y otra vez una disculpa.

Y cositas por el estilo. El colmo es que cuando te ve por ahí regularmente, trata de venderte cosméticos. Y ni así agiliza sus trámites internos.
style="color:#333399;">
SFP debería hacer una nueva convocatoria 'Vota por el burócrata más exasperante'.
Ya tengo listo mi voto.

Y hablando de burocracia, todavía no me regresan esta multa. Tal vez la de por peridida. O no. Un día que tenga ganas de guerrerar me doy una vuelta por la Tesorería.



martes, abril 28

Live, from raccon city!


El fin de semana pasado, fue un encanto ver la ciudad llena de tapabocas azules, reposando, en espera de que pasara la alarma, en una quieta zozobra...

Después de un viernes infame, el sábado me parecía un juego de niños, hasta que un amigo comenzó a preocuparme, diciendo que viera las páginas de El país, Le monde y Presidencia. Me inquieté con el mes extra que concedió Hacienda, brrr... La amenza de muerte en cuestión de días debido a la gripe porcina, desató mis siempre latentes chaquetas mentales.
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El lunes, de vuelta a la rutina extrañísimamente alterada por un tránsito más que fluido, abundaban todo tipo de puntos de vista, los serios y los súper serios, los graciosos, los incrédulos y los despreocupados, mismos que se aderezaban con las más variadas teorías de la conspiración (virus hechos a la medida, laboratorios farmacéuticos que quieren sacar su stock de medicamentos y vacunas, artimañana política para distraernos de las elecciones, etc.) y terminaban por ponerle la cereza al pastel con las noticias que se difunden minuto a minuto, para nuestra gracia y desgracia (cuánta sabidurá pierdo en la información, dijo Thoreau).

La rapidísima difusión de este caso deja un claro recordatorio de que aquella vez en que Orson Wells transmitió por radio 'La guerra de los mundos', logrando la histeria norteamericana, se enterró bien hondo en el inconsciente colectivo la estaca del enorme poder de los medios de comunicación masiva que, a pesar de no ser un tema nuevo, no deja de sorprender.

Me cuesta algo de trabajo entender la necesidad de inmediatez de la información. No estoy en contra de ella pero sí de sus efectos secundarios que toman la forma de una angustia desbordante. Ello tal vez se deba a que dicha inmediatez es mi pan de todos los días y ah! cómo molesta no poder masticar las cosas y tener que escupirlas antes de deglutirlas... Lo mismo ocurrió en las penosas elecciones de 2006 y el avionazo de Mouriño. Tanta avidez de información, ¿Para qué?

Una cosa salió bien de tantísima información: Pocos trabajan en sus oficinas, casi todos están siendo desalojados, así que para no verse tan mala onda y una vez pasados los momentos cardiacos en el trabajo, el Príncipe decidió ponernos a trabajar en las tardes desde nuestras casas. Con toda la actividad parada, puedo teclear tranquilamente viendo mi ventana en un día soleado o una noche tibia. Debo decir que este aislamento me viene bien, sobre todo porque tarde o temprano, volveré al Castillo, a menos que un gracioso querubín con cara de puerco anuncie mi partida.

Parece triste estar encerrado, pero para esos casos recomiendo seguir mis malos consejos: Háganse una fiesta de dos.


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++ Dado que no pararía de trabajar y seguiría saliendo a edificios públicos exponiéndome a un mayor riesgo de contagio, pensé: ¿Qué pasaría si tuviera unos cuantos días de vida? Salvo que moriría atacada por los molestos síntomas de la gripe (por lo cual pasaría a dizque mejor vida con mi clásico achú-chingada-madre), no moriría infeliz. He vivido sabrosamente y a veces como pelotita de ping-pong. He leído obras que me han hecho pensar: todo está escrito y contemplado poesías sin poema, en fin, que en resumidas cuentas he estado en guerra y paz. Y habiéndolo disfrutado todo hasta aquí, me dejaría ir en caída libre...


martes, abril 7

Veo monitos

Hoy me siento mal mal mal, hartísimamente mal pero no podía faltar a mi 3 veces H. oficina por virtud de la Ley de Murphy: justo el día de hoy sólo yo puedo acabar con mis pendientes, pero en fin.

Pensaba dejar de lado mi fatal sentir, pero me di cuenta que mi mente ya anda vagabundeando: Donde dice Eric Moreno, leí Eric Monero. Le pregunté a un compañero por qué escuchaba esa canción ardilla, leí  'No mames', pero el título de una canción es 'No me ames'.

Ya veo monitos. Acabo y me largo.