Como parte del Festival Shorts Shorts de este año, se exhibió Infancias (Enfance, Francia, 2007), una colección de cortometrajes que exhiben el evento decisivo y transformador que marcó la niñez de algunos de los grandes directores: Fritz Lang, Orson Welles, Tati, Hitchcock, Renoir y Bergman.
Se imaginan al pequeño Fritz Lang que desde niño acompañaba su rígida expresión facial con la disciplina del peinado. Imagínenlo tomándose muy seriamente eso de ser nazi, soltando críticas y condenas a una multitud tan inexacta como odiada, para luego recular. La disciplina y homogenización antes alabadas son expuestas a una dura crítica en la atemporal y enorme METRÓPOLIS.
Orson Welles siempre tuvo su rosebud.
Hitchcock vivía en un hogar religioso donde los castigos duros para acusaciones no exploradas, falsas o exageradas, no se hacían esperar. He ahí una de las influencias del característico terror psicológico de sus filmes.
Renoir, desde muy temprano entendió la diferencias de clases y se le adelantó al la apertura de abrazar lo otro mientras él, vestido de tetísimo marinerito, trepaba árboles con un salvaje amigo del bosque.
Un día, Bergman cae en cuenta que su hermana recién nacida es el origen de los problemas entre sus padres y decide que no la quiere. Su hermano mayor lo instiga a matarla y él, dudoso, acepta. Lo intenta y falla. Desiste después de tenerla en los brazos. Se hace latente el conflicto interno, el camino lleno de cuestionamientos que, en este caso, lo condujo a la comprensión del otro.
Los cortos muestran rasgos del carácter que empezaba a definirse en esos parvulitos y son bastante disfrutables.
Luego resulta interesante trasladar ese ejercicio al terreno propio. ¿Recuerdan uno de los eventos que, durante su infancia, los haya marcado? Yo me quedaría con un par: el día en que no pude memorizar justamente la lección que mi padre tenía para mí. Mientras me jalaba las orejas por tonta, no quité la vista de la estampa del osito que ilustraba esa palabra. Desde entonces y por bastante años, la disciplina, el orden y el castigo fueron algunas de mis constantes. Pero como no todo son mamadas en la vida, también recuerdo cuando mi abuela puso en mis manos las Historias extraordinarias de Poe, después de esa lectura nada fue igual.
¿Qué hay de ustedes?