lunes, abril 6

Leer a Borges

La realidad, dice Savater, no tiene virtudes: dolorosa cuando quita, tacaña cuando concede, brutalmente sincera, desoye arrepentimeintos y permanece inalterable, intratable, es, en suma, descortés. De pie en el extremo de dicha definición, es claro que no se puede estar muy contento, pero es cuestión de dar algunos pasos para que la nitidez de la realidad comience a difuminarse. Entramos entonces en el terreno de la fantasía; llegamos, por fin, al mundo de Borges.

La acostumbrada certidumbre irreversible y de hierro comienza a desdoblarse, de pronto lo sólido ya es maleable. El camino borgiano ofrece una serie de elementos tan recurrentes como sorprendentes: pasado, tiempo, eternidad, fatalidad y muerte, entre otros, son los elementos básicos que, como buen alquimista, Borges usa en Ficciones para crear otro mundo, en el que la realidad tiene un espacio gemelo.

En ese terreno, menos pedregoso, comienza la deconstrucción de conceptos que hasta entonces había sido inobjetables. Certero, desliza preguntas inquietantes sobre la mesa: Inquiere si acaso no eres la humillada proyección del sueño de otro hombre; te obliga a rogar junto a él que la enorme Biblioteca se justifique; te convece que el Quijote reescrito por un contemporáneo es más meritorio;susurra que si el laberinto fuera recto también te volverías loco.

Cuestiona ideas angulares: Afirma que dios se hizo hombre hasta la infamia, asumiendo el papel de Judas, condenándose a la indiferencia con tal de guardar su terrible secreto. Comienzas a creer que la traición de Judas no fue casual, que fue un hecho prefijado que tuvo lugar en la economía de la redención: Sabes que el verdadero salvador se condenó al infierno, denostado por toda la eternidad.

Compruebas que no existen casualidades y que todos los hechos que pueden ocurrirle a un hombre han sido prefijados por él. Así que toda negligencia es deliberada, todo casual encuentro es una cita, toda humillación una penitencia.

Te encuentras nadando en un mar de ficciones.

El tiempo se bifurca innumerablemente, ocultos propósitos comienzan a asomar la cabeza, el pasado se vuelve arcilla...

Entonces sueñas que también viajas al Sur y te ves saliendo de un arrabal del infierno; sientes el sabor de la atrocidad en la boca. Te preguntas qué estará haciendo la otra Ana, la que tiene los huesos hechos pedazos, mientras tu corres a lo largo de un sendero montañoso cuyo aire te aviva. Rozas un estado de gracia. Sigues corriendo y pasas al lado de un río, el sonido es magnífico. Justo ahí tus rodillas se doblan y tu corazón se detiene: También piensas que esa es mi muerte elegida y soñada. Del otro lado, vagamente recuerdas haber cruzado distraídamente una calle, sin escuchar el claxon ni la voz que gritaba: ¡Señorita!, sin atender el chirrido de los inútiles frenos.

3 comentarios:

Defeña Salerosa dijo...

"Compruebas que no existen casualidades y que todos los hechos que pueden ocurrirle a un hombre han sido prefijados por él. Así que toda negligencia es deliberada, todo casual encuentro es una cita, toda humillación una penitencia."

Me gustó mucho ése párrafo.

No tengo la elocuencia necesaria para comentar éste post. La gripa em atormenta de nuevo. Quizás, la otra Olga, esté más saludable, quiero pensar...

Me recordó a "La otra vida de Veronika".

Eric Uribares dijo...

yo no disfruto a borges, no es que no me guste, no lo disfruto

el post es bueno

beso

La Rumu dijo...

A poco no es bonito consuelo, pensar que prefijas lo que te pasa.
Justo eso pensé cuando me fracturé el tobillo, la otra Ana sí puede correr y se vuelve un escape interesante.

Gracias comandante, pero ¿Cómo que no lo disfruta? si provoca unas intensas chaquetas mentales