jueves, febrero 12

Coraline


Coraline es definitivamente una historia que me gustaría contarle a mis aún lejanos hijos o sobrinos o chamaquitos latosos… cuando los condenados en un típico arranque de enojo infantil gritaran ‘me gustaría tener otra mamá’ o cositas similares, entonces con maléfica calma esa noche les relataría el cuento de una niña a quien su madre ignoraba un tanto y su padre un poco más. Una niña que quería que sus padres gustaran de la jardinería y de la humeante y deliciosa preparación casera de alimentos, pero como bien sabemos,el mundo es y uno se acomoda. 


Sólo que ella no quiso acomodarse y después de que un raro y chingaquedito amigo (acompañado siempre de un gato mamoncillo), le regala una muñeca extrañamente parecida a ella pero con botones por ojos, se dará cuenta que es preciso tener cuidado con lo que deseas, aunque yo diría cuidado con lo que aparenta ser lo que deseas.

En medio de su gris realidad (que ni a sombría llega) Coraline encuentra un pasadizo que le permite ver hechos realidad sus sueños, cálidos y coloridos, tan buenos, tan reconfortantes que hasta parece que bajo sus pies todo es belleza. Pequeños detalles extraños, pero sólo eso, detalles. La otra madre que encuentra es una cariñosa cocinera, el otro padre es animoso y simpático, el chingaquedito amigo ni habla… pero el gato sigue siendo el mismo mamoncillo.


De tanto entrar al otro mundo, donde todo es complaciente a más no poder, Coraline poco a poco se da cuenta que todos los deseos cumplidos son más bien una maldición que una fortuna.


Aparte de sus méritos visuales, la película se refiere al amor que se atraganta del amado, que construye su mundo alrededor de él y sólo hasta donde el otro conoce, para finalmente declarar la pertenencia de uno sobre otro, porque sin él simplemente no hay vida.


Mejor volver a la tirana e implacable realidad, a la que afortunadamente la mitad de tus deseos le hacen los mandados.


Concluiré el cuento diciendo a mi vástago con una sonrisa: ¿Todavía quieres tener otra mamá?...

Por cierto, la peli tiene uno de los pósters que más me han gustado.


También vi Sólo un sueño (demonios, un traducción idiota más). No diré mucho al respecto, salvo que la película es buena y tiene un sentido bastante crítico hacia la sociedad norteamericana, cortesía de Sam Mendes, peeeero... se hubiera quedado como obra de teatro porque a pesar de que su mayor virtud consiste en la agudeza del diálogo, terminando convirtiéndose, precisamente, en puro diálogo, dejando de lado que el cine, como diría David Mamet, es ante todo un arte visual.


4 comentarios:

El Amo dijo...

A mi me da suficiente miedo la sola idea de tener hijos, ya no de contarles cuentos jeje bueno pero aparte de eso, tengo muchas ganas de ver esta película,creo que fue escrita por Neil Gaiman que en comic es una de las máximas autoridades.

Admin dijo...

Diablos!! Todavía no me he podido darme una escapada a verla, a ver si este fin se me hace y te digo mis impresiones o hago alguna reseña..

Admin dijo...

Por cierto, no has visto Cementerio de papel? Es muy recomendable..

La Rumu dijo...

No sabía ese detalle de Neil Gaiman, x mi ignorancia comiquesca, pero sería bueno buscarle.

Gracias por el tip, si sigue en cartelera le voy a echar un ojo.