martes, mayo 26

Sin título

La mujer esperaba, formada en la fila de la caja. De espaldas, el largo cabello negro, la espigada figura y la blusita ceñida anunciaban a una mujer de veintivarios. De perfil, su cara no mentía: treinta y muchos, sin duda. El sujeto que la acompañaba tenía evidente kilometraje de más: cincuentón mal cuidado.


Ninguno de los dos lucía sencillo; sin embargo, contrastaban. Ella, arreglada a pesar de la hora y el día; él, con ropa holgada y gastada.


El hombre la miraba sabiendo que esa misma noche se acostarían en la misma cama, costumbre que le resultaba desesperante.


Apenas y recordaba los años espléndidos en que se regocijaba con su cuerpo firme y juvenil. Le quedaba la cara: pedigree al límite. Los años parecían haber pasado en vano, seguía comportándose como una adolescente malcriada. Así la había comprado. Cuando él estaba en sus frescos treintas, le complacía darle gusto en sus caprichos, formar parte de sus rabietas, de sus desplantes; en suma, le parecía entretenido estar junto a ella en esa explosión, en esa incongruencia. Por ello detestaba a las mujeres razonables, pensaba que no ofrecerían ni una noche de locura, que con ellas, sería como escribir toda la vida sobre un cuaderno rayado.


Perdió de vista los años que esa explosión duraría. Olvidó que no tendría siempre ánimo para soportar esa adolescencia sin fin. Pensó que sería suficiente con sus blusitas ajustadas y aquellos pantalones cortos, por más que su aparente permanencia no combinara con el irremediable paso de los años.


La miró con hartazgo, sabiendo que ya no tenía sentido quitársela de encima. La miró con la amarga certeza de que esos serían los días vividos hasta el fin.

7 comentarios:

El Amo dijo...

Malditos años que sólo desgastan lo que vale la pena. Buen relato, me gusto, como siempre un gusto leerte.

Leliel dijo...

...y cuando terminaste de descifrar, construir, toda la historia, fue por que alguien detrás tuyo, toco sutilmente tu hombro y te dijo algo así como:

Disculpe, va a pasar o no? que no ve que ya se desocupo la caja señorita?Buen relato, siempre tan reflexiva caray.

La Rumu dijo...

Gracias, Amo. Momento... eso sonó rarito, jaja

jaja, no leliel, esos dos se tardaron tanto en cerrar su cuenta que hasta tiempo me dio de escudriñarlos. *Siempre tan chaqueta*

El Rufián Melancólico dijo...

zaz, está bueno tu post... y es cruel... la solución, ligarlas en los veintipocos hotpantseros y deshacerse de ellos hacia los treinta decadentes. Saludos.

Admin dijo...

Donde uno menos se los espera puede surgir una buena historia.

Siempre y cuando esté alguien que pueda contarla de excelente manera.

;-)

Rafael Merino Isunza dijo...

Es el precio de las decisiones y de las no decisiones…

La Rumu dijo...

Gracias Rufis, estoy tratando de mejorar mis finales dándoles toques crueles.

Pues decisiones, ¿no? y luego sobreviene la apatía...