Anónimo Hernández es un escritor que se sabe malo, feo y atarantado: confunde los nombres completos y correctos de las glorias literarias. En un revolvedero total de datos, recuerda haber leído Cien años de sobriedad, La muerte de Abstemio Cruz y El jardín de los cerezos que se trifulcan... hasta Shake Spears le suena a que debe ser primo de Britney Spears.
El escritor malo parece tenerlo todo en contra: una vez limpia su apartamento para una entrevista y resulta que las señoritas entrevistadoras querían conocer la mugre y sociedad en que vive un escritor. Y ni modo, se pone a conseguir unas buenas cucas.
Un buen día se le ocurre crear a su personaje memorable: Escribator, el justiciero de la Literatura Universal, el defensor de las letras, cuya primer misión es destruir letreros tales como "Jugos y yogurs" (personalmente yo le agradecería que le diera una descarga a aquellos que escriben "haber si nos vemos").
Como casi todo escritor, si no es que todos, Anónimo entra en un taller literario para darle una manita a Escribator. Ahí, las dentelladas no se hacen esperar y la rudez innecesaria le saca de onda. Con las sugerencias dadas, su creación termina convirtiéndose en Aspirator: una simple aspiradora, compuesta con la palabra "aspirar": un artefacto doméstico que aspira a ser escritor y que, mientras tanto, tiene que tragarse toda la mugre.
No cabe duda: Las estrellas lo iluminan al revés.
Los dejo con un fragmento de entrevista que Anónimo concedió en Tijuana, donde se encontraba dando un taller de Cómo ser un escritor malo:
- Oiga, Malo, me gustaría preguntarle sobre el medio editorial de nuestro país...
- Sn uns hpócrtas... Nmás se publicn-ntrellos.
- Nuestro invitado afirma que, como todos sabemos, existen algunos grupúsculos, pero que vivimos en un ambiente democrático y... bello.
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Apuntes de un escritor malo, de Mauricio Bares, Editorial NITRO/PRESS, es una sátira fluida y divertida del mundo literario. Se los recomiendo para pasar un muy buen rato en que inevitablemente recordarán a algún conocido que haya leído hasta las etiquetas de las latas de chiles jalapeños.
Lo conseguí en la Feria del libro independiente en el fce y no aparece en el catálogo de Gandhi y El sótano, pero vale la pena que lo busquen.
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Confieso que sólo Francisco Hinojosa me había hecho reír tanto. Mauricio Bares: soy tu fan.
4 comentarios:
Terminando El oficinista me seguiré con ese. Me gustó la nueva imagen del blog y el dibujo de la máquina de escribir.
Yo le pediría a Escribaitor que fulmine a todos los que solamente utilizan un signo de puntuación (como los gringos).
Jaja... exagerator.
o, suena bien, se me viene a la mente una tira comica que venían en las revistas de patinadores decía el wey que creó la revista: mmm, chin, no sé que hacer..... ah... ya sé, voy hacer una revista de eskatos.}que comentario tan estupido,... nos vemos..
jaja, échale un ojo, te va a hacer reír.
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