La única certeza es que toda certeza está condenada a la obsolescencia.
- Eventualmente recordaré el nombre del autor-
Sucede que un día pasé por donde no acostumbro pasar, en un día cuyo camino no acostumbro, pero el destino, ciego a las culpas (eso lo dijo Borges), me colocó en ese lugar a esa hora.
- Así que ayer estuvimos hablando de tí todo el camino de regreso y le platiqué cómo eran tu casa y tu gato, me dijo.
Sostuve la sonrisa, mientras recordaba que ella no sabía el final de la historia y definitivamente un encuentro casual no era momento para entrar en explicaciones fastidiosas.
- Nunca me imaginé que causaras ese impacto en su vida.
- Mhmjm (con cara de INgrata sorpresa)
- Dice que ya nadie le cuenta de tí, que sería buena idea si se reunieran.
- Claro, es su frase de cajón.
- En serio, me pareció que hace mucho no sabe de tí y por eso no dejaba de preguntarme.
Un interno ¿¡Y!? salió convertido en un:
- Difícil, pero cuéntame de tí, qué ha sido de tu novio.
- Shh, que vengo con otro.
- Ah vaya, mejor nos encontramos otro día.
Después de esa breve e indeseada conversación me extravié algunos momentos y concluí que no tenía ganas de verlo. No tuvo nada que ver con la maldita ruptura aquella, mi desanimo poco tenía que ver con que prefiriera limpiarle las orejas al gato, sino con el hecho de que ya no tengo nada que hablar con él. Corrijo: si lo tuviera enfrente no sabría qué decirle, no tendríamos nada que platicar. Ahora ya no sé qué había entre él y yo, ahora que todo es como una puta calle desierta.
Y la certeza del 'yo siempre querré hablar contigo' se fue a dormir para luego desvanecerse. Así, sin más.
- Eventualmente recordaré el nombre del autor-
Sucede que un día pasé por donde no acostumbro pasar, en un día cuyo camino no acostumbro, pero el destino, ciego a las culpas (eso lo dijo Borges), me colocó en ese lugar a esa hora.
- Así que ayer estuvimos hablando de tí todo el camino de regreso y le platiqué cómo eran tu casa y tu gato, me dijo.
Sostuve la sonrisa, mientras recordaba que ella no sabía el final de la historia y definitivamente un encuentro casual no era momento para entrar en explicaciones fastidiosas.
- Nunca me imaginé que causaras ese impacto en su vida.
- Mhmjm (con cara de INgrata sorpresa)
- Dice que ya nadie le cuenta de tí, que sería buena idea si se reunieran.
- Claro, es su frase de cajón.
- En serio, me pareció que hace mucho no sabe de tí y por eso no dejaba de preguntarme.
Un interno ¿¡Y!? salió convertido en un:
- Difícil, pero cuéntame de tí, qué ha sido de tu novio.
- Shh, que vengo con otro.
- Ah vaya, mejor nos encontramos otro día.
Después de esa breve e indeseada conversación me extravié algunos momentos y concluí que no tenía ganas de verlo. No tuvo nada que ver con la maldita ruptura aquella, mi desanimo poco tenía que ver con que prefiriera limpiarle las orejas al gato, sino con el hecho de que ya no tengo nada que hablar con él. Corrijo: si lo tuviera enfrente no sabría qué decirle, no tendríamos nada que platicar. Ahora ya no sé qué había entre él y yo, ahora que todo es como una puta calle desierta.
Y la certeza del 'yo siempre querré hablar contigo' se fue a dormir para luego desvanecerse. Así, sin más.
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